“Pero no me importa cuánto haya de padecer, pues al fin y al cabo mi vida carecería de valor si no llegara a su final con alegría, habiendo cumplido la tarea que el Señor Jesús me confió de testificar acerca del evangelio del amor de Dios.” Hechos 20:24
En ocasiones nos enfocamos tanto en nuestro sueños que no miramos las cosas pequeñas que debemos de disfrutar en nuestro diario vivir. En esta vida no existe la línea final. Cuando obtienes un sueño, Dios te dará otro. Cuando conquistes un reto, ahí estará otro. Siempre existirá una montaña que escalar. Muchos se levantan al trabajo en las mañanas, regresan a casa, cenan, se duermen y repiten todo al otro día. No vivas tu vida en una rutina buscando disfrutar solo aquellos momentos específicos. Aprende a disfrutar la gente a tu alrededor. Aprende a disfrutar las bendiciones simples que Dios ha preparado para ti.
Padre Eterno, gracias por el regalo de la vida. Gracias por los planes que tienes para hoy y para mi futuro. Enséñame a disfrutar la jornada de la vida, abrazandolo todos los días con gozo y entusiasmo. En Cristo Jesús. Amen!
Devocional Diario 